¿Qué es la castidad?


“La castidad es la positiva integración de la sexualidad en la persona. La sexualidad es verdaderamente humana cuando está integrada de manera justa en la relación de persona a persona. La castidad es una virtud moral, un don de Dios, una gracia y un fruto del Espíritu”.
(Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 488)

Pretendo hacer una síntesis expresamente de los que entraña en sí la castidad, en otras oportunidades tendremos la ocasión de conversar sobre qué implica la castidad y de qué medios disponemos para vivirla (no sufrirla).

1) ¿Por qué la castidad es la positiva integración de la sexualidad en la persona? La respuesta tiene que remitirnos a la palabra integridad. El ser humano es un ser corporal (tiene un cuerpo) y un ser no corporal (tiene un alma, es un ser espiritual). El hombre se entiende integralmente, es decir, en su totalidad, cuando se le considera como cuerpo y alma. Todos nosotros queremos que se nos trate como personas con dignidad, no como meros objetos sin dimensión espiritual; sin alma. Cuando a una persona, lejos de considerársele alma, se le ve como sólo cuerpo en la expresión de la sexualidad (afecto, caricias, abrazos, besos, relaciones sexuales), dicha persona es utilizada como si fuese un objeto, pues se niega en la práctica el hecho de que integralmente hablando es cuerpo y alma, no sólo carne.

2) Una integración positiva de la sexualidad, entonces, considera a la persona de forma integral: cuerpo y alma. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona (vistas como cuerpo y alma), en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer. Esto último significa que la virtud de la castidad entraña la integridad de la persona y la totalidad del don.

3) En cuanto a la integridad de la persona, hay que tener presente que la persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la pueda lesionar. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje. Entendemos que la persona que vive la castidad se abstiene de relaciones sexuales antes del matrimonio. ¿Por qué? Pues porque la persona casta es consciente de que es cuerpo y alma, y espera a entregarse totalmente en una relación sexual, corporal y espiritualmente con su esposo/a porque cree en la totalidad del don. Entendemos que el dominio de sí sólo tiene sentido si está ordenado al don de sí mismo, y es por eso que una persona toma esta decisión: para donarse en cuerpo y alma a su esposo/a, el futuro padre o madre de sus hijos.

4) ¿Por qué, entonces, se requiere casarse para que la relación sexual exprese una donación verdaderamente total de la persona? Considera a tu futuro esposo/a en este momento, esa persona ni tiene idea que se va a casar contigo, y tiene en el transcurso del tiempo varias parejas, las cuales la presionan y finalmente logran tener relaciones sexuales con ella. Entenderás por qué sólo en el matrimonio es posible la totalidad del don de sí en la relación sexual cuando indudablemente respondas con un tajante No a la siguiente pregunta: ¿Te gustaría ver a la futura madre de tus hijos en este momento acostándose con otros hombres para “probar el amor”? Claramente no. El problema del ser humano es el miedo, la incertidumbre. Teme casarse porque va a tener que trabajar, teme casarse porque va a tener que cocinar, teme casarse porque va a declarar en público que va a estar hasta la muerte con la misma persona, “sin saber si será así”. Cuando una persona guarda su cuerpo para el matrimonio, no lo hace porque es masoquista o porque está loco, lo hace porque prefiere el amor/cariño de dos almas uniéndose en contraposición al mero roce de los cuerpos.



5) La relación sexual crea un vínculo tierno y fuerte entre dos personas, pero sólo si esas personas unen sus almas. El problema es que hoy muchos unen sus cuerpos, pero no sus almas. El cuerpo es una cosa, es un objeto; los objetos se usan y se desechan. Pero el ser humano es también alma, y el alma no se desecha. De modo que decimos que la castidad es la positiva integración de la sexualidad porque guarda el placer sexual para la donación total (alma y cuerpo) en el matrimonio, que es el compromiso declarado ante Dios y ante los hombres de amar a la otra persona para siempre. El ser humano suele temer al compromiso, pero ese mismo ser humano vale más que una noche efímera de placer pasajero de cuerpos rozándose. Dios quiere para él/ella una donación total y verdadera con el padre o madre de sus hijos.

Podría seguir hablando sobre razones prácticas para exponer qué es y qué no es la castidad. Lo cierto es que la castidad no sólo es abstenerse de relaciones sexuales. Tenemos que considerar todos los sentidos (vista, gusto, oído, tacto, olfato) al hablar de castidad. Terminaremos concluyendo que al esperar hasta el matrimonio para donarse al ser amado, influenciados por la caridad, la castidad aparece como una escuela de donación de la persona. Dios no que quiere que andemos por la vida sufriendo la castidad. Dios creó la sexualidad, pero le puso límites porque sabe que dentro de esos límites tendremos paz y alegría, gozo pleno. Dios no obliga, pero sí sabe que fuera de aquellos límites el ser humano es desdichado e infeliz, y la historia se ha encargado de darle la razón.

Quiero ponerte una breve historia a modo de ejemplo de cómo Dios ha puesto etapas para que sean vividas (amistad, enamoramiento, noviazgo, matrimonio, relaciones sexuales) y no para que sean quemadas, es decir, que se vivan “demasiado rápido” para obtener el “premio mayor” sin mucho esfuerzo. El relato se llama "El tiempo de la Rosa".