¿Qué quiere decir y por qué se habla de dominio de sí como "requisito" para vivir la castidad?


Quiero hacer referencia al numeral 2338 de nuestro Catecismo para comenzar a responder esta pregunta. Leemos en el mismo que "La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la pueda lesionar. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje".
El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí, contra tales cosas no hay ley. Pablo de Tarso

Más de una vez en la vida diaria nos habremos topado con hermanos que "dicen alfo pero hacen otra cosa" o personas en nuestro entorno que quieren salir de determinado estilo de vida que no les da felicidad pero "recaen". Me acuerdo de los fumadores que quieren dejar el vicio, por ejemplo. Nosotros estamos (todos los hombres y mujeres) llamados a mantener la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en nosotros, las cuales son ciertamente innegables. ¿Se puede negar la existencia del amor? Pregúntale a una madre. ¿Se puede negar la existencia de la vida? Pregúntale a un paciente con cáncer. No, no se puede. Negarla es hacer uso de la vida y de los pensamientos.

Cuando nos hacemos eco de la belleza de amor y de la vida no hemos de hacerlo de una manera incompleta y vacía, sino integral y en plenitud. Sería una contradicción hablar de amor completo cuando no se hace referencia a quien es completo y todo amor. Muchos llamamos a ese alguien Dios, con toda razón. Cuando afirmamos que "La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella", lo hacemos con el pleno conocimiento de que por amor fuimos llamados a la vida para amar y tener vida por siempre, amando.

¿Recuerdan el plano natural y sobrenatural de la virtud de la castidad? El dominio de sí mismo es poner los medios y la disposición para anteponer el valor de la persona al valor del sexo, así como el valor de lo infinito al valor de lo finito. Solamente por amor, por un ideal (entregarse totalmente al padre/madre de mis hijos, o para servir al Señor y a los hombres en la vida consagrada) tiene sentido la castidad. Sólo en este ámbito tiene sentido dominarse a uno mismo. ¿Acaso mi futura esposa/o no merece que yo haya renegado de las uniones sexuales con otras mujeres porque mi cuerpo y alma han de ser sólo para ella? Vemos cómo entonces, el dominio de sí como preparación (más que como requisito) al amor verdadero sí tiene sentido: Se orienta a la donación de mi persona a esa persona que Dios dispuso entregarme en matrimonio.

"La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre (y la mujer) controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado. La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa." (n 2339)

¿Por qué se hace hincapié en el dominio de sí? Porque significa libertad. Una persona antes de realizar determinada acción placentera tiene dos opciones: la primera es utilizar los instintos y la segunda es ser utilizado por los instintos (dejarse utilizar). Estas opciones hacen ruido, sobre todo la segunda. Nosotros, en el ámbito sexual, ¿utilizamos y dominamos los instintos y placeres ordenados a la donación en cuerpo y alma por amor? o por el contrario ¿Somos los simples espectadores pasivos de la utilización (bilateral o unilateral) del propio cuerpo con el fin de obtener placer "sin que importe si vamos a casarnos o nos hayamos casado"?

Esto es duro de leer, y más fuerte de asimilar. Antes de continuar quiero hacer una aclaratoria con respecto a los términos bilateral y unilateral. Bilateral quiere decir que ambas personas son parte, en una relación sexual antes de tiempo correspondería con una mutua utilización de los cuerpos para obtener placer venéreo, placer incompleto si no está enmarcado en matrimonio, por razones que ya hemos comentado. Cuando hago referencia al término unilateral me refiero a que una persona utiliza a la otra con fines de que ésta sea para él/ella un objeto de satisfacción; es el caso del novio que persuade a su novia que no quiere tener relaciones sexuales y ella cede pero no disfruta de la misma haya o no placer (relación unilateral, sólo uno se "beneficia"). La diferencia entre una y otra es que en la bilateral ambos se utilizan mutuamente, y en la unilateral uno utiliza y el otro/a es utilizado. Ninguna de las dos dan felicidad a la persona, porque las relaciones sexuales fueron hechas para la mutua donación por amor, no para la mutua utilización por capricho carnal.

Corremos el peligro de confundir la palabra "normal" con con la palabra "común". Cosas como las mencionadas en el párrafo anterior son hoy comunes, lejos -y por mucho- de ser normales. Considerarlas normales es a mi criterio hacer pseudociencia, apología de lo nefasto. ¿Cómo puede alguien con espíritu serio y recto estar de acuerdo con semejante utilización de la persona humana como algo desechable que se usa y se bota? Una vez más, descubrimos la importancia del dominio de sí mismo, para ser así participante activo en la relación sexual y no mero espectador del placer propio, ajeno o mutuo. Éste es el significado, en cuanto al sexo, de la dignidad humana.

El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones (esclavitud significa que seguir esas pasiones es desordenado), persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados. ¿Queremos participar en la unión sexual (utilizando los instintos) o queremos ser simples espectadores del placer (ser utilizado por los instintos)? En el hombre, a diferencia de los animales, el instinto no tiene la última palabra; nos fue dada la voluntad. ¿Quiero amar? Actúo en consecuencia. Recordemos que no es lo mismo un impulso que un instinto: el instinto es determinado por nuestra condición carnal, el impulso es determinado por nuestra condición más allá de lo corpóreo. De modo que la verdadera donación en cuerpo y alma debe obedecer a un impulso de amor que lleva a expresar los instintos, ordenados hacia la entrega completa de uno mismo, para ser participantes activos y no espectadores pasivos. Así, en los esposos, el instinto de tener placer sexual debe obedecer al impulso de amar verdaderamente, porque sino es mera utilización de los cuerpos. Lo contrario es ser utilizado por los instintos, porque lo que debe predominar para que exista felicidad plena en la vida sexual es eso que llamamos impulso.

En el noviazgo claro que pueden haber impulsos e instintos, pero la razón y la dignidad nos hacen anteponer el valor del impulso al valor del instinto. No se trata de satanizar el sexo, sino de darle su verdadero significado. Instintos se pueden sentir con muchas personas, pero impulso sólo con aquella que amamos, particularmente aquella que Dios nos ha entregado en el matrimonio. Por eso es que acoto que el instinto debe obedecer al impulso, el cuerpo debe subordinarse al espíritu; la relación sexual debe subordinarse al amor. ¡Que grande fue Dios al crear la sexualidad de esta manera!

El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida. El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, durante la infancia y la adolescencia. En estas etapas es particularmente necesaria una educación en la virtud, con la ayuda del Espíritu Santo. Pero, entonces, ¿De qué medios disponemos para ayudarnos a vivir (y enseñar a nuestros prójimo) a vivir la castidad? Comentaremos esta pregunta próximamente.

Creo que he respondido, al menos en parte, la pregunta ¿Qupe es eso de la donación de uno mismo y por qué se la presenta como expresión de libertad humana? al tratar su precedente. Hay, no obstante, algunas consideraciones muy edificantes al respecto que comentaremos en una breve entrada aparte.

Nos queda, pues, una pregunta: ¿Por qué leemos en nuestro Catecismo que para donarme a mi mismo es necesaria una integral y pertinente educación? La responderemos en unos días. Terminaremos este artículo con una hermosa reflexión:

"La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios , una gracia, un fruto del trabajo espiritual. El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo." (n 2345)