¿Por qué la entrega de uno mismo es expresión de libertad humana?


Continuando con las preguntas finales del artículo ¿Qué supone la virtud de la castidad?, ya respondida la precedente a la presente, a saber ¿Qué quiere decir y por qué se habla de dominio de sí mismo como una especie de "requisito"?, quedaría la presente (¿Por qué la entrega de uno mismo es expresión de libertad humana?) y la tercera ¿Por qué para donarme a mi mismo es necesaria una integral y pertinente educación?


"Todo amor es donación; el que se dona es libre. El que no se entrega 
se encierra en sí mismo, en su egoísmo"

Primero y principal, ¿Cómo es posible la donación de uno mismo?

Recordando a Cristo, podemos reconocer que sólo en el amor es posible una donación total. Quien ama da la vida por el amado, es decir, quien ama se entrega totalmente, en cuerpo y alma, al amado. Por eso vemos personas muy felices en sus profesiones, porque le ponen dedicación a lo que hacen; profesoras, médicos, secretarias, gerentes, y en cualquier profesión se pueden encontrar personas que parecen desentonar con el ambiente frío por su dedicación y gran vocación de servicio. Eso, en términos generales, es una donación de su persona al prójimo.

Cuando una mujer tiene su primer bebé, ella quiere lo mejor para ese niño. El amor es así, nos hace querer lo mejor para el amado, aún a costa de los propios deseos. Quienes son padres lo pueden comprobar. La persona humana está hecha para la donación de sí misma por amor y en amor. Esto aplica también en el ámbito sexual, en el amor de los esposos.

Es posible hablar de donación de uno mismo porque habiendo reservado el placer para la persona con la que uno compartirá la vida en amor, le entrega (no pierde) su virginidad, en caso de ser virgen, o su exclusividad, en caso de haberse mantenido en la vivencia de la castidad ya no siendo virgen. La persona que guarda el placer sexual para sentirlo en amor, se siente entonces motivada a donar ese placer por amor a la persona que Dios le ha confiado en matrimonio.

El término "en cuerpo y alma" adquiere su significado en la donación completa, la entrega total íntima de la persona al cónyuge amado/a. Esa donación tiene dos características absolutamente inseparables:

1) Es unitiva, por cuanto expresa en el cuerpo la íntima unión en cuerpo y alma por la cual llegan a ser una sola carne, una sola persona. (Mateo 19,6; Génesis 2,24)

2) Es procreativa, porque tiene la capacidad de dar origen a la vida. En el acto sexual de amor entre esposos, el hombre y la mujer colaboran con Dios en su obra creadora. Dios, que nos crea por amor, se sirve del amor de los esposos para llamarnos a la existencia. Por eso Dios no dijo: "Tengan mucho placer dándole la espalda egoístamente a la fecundidad" sino que dijo: "Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla" (Génesis 1, 28)

Una relación sexual de donación total es unitiva pero siempre abierta a la vida. Si la unión no está abierta a la vida no es ilógico pensar que se torna "estéril". La donación es así porque somos hechos "a imagen y semejanza de Dios". Lo que quiere decir que como hombre y mujer, somos complementarios y nos relacionamos a imagen y semejanza de la relación y complementariedad de la Santísima Trinidad. Dios no dijo "haré al hombre a mi imagen", sino que dijo "Hagamos al hombre a nuestra imagen". (Génesis 1, 26)

Razonando un poco entenderemos que Dios no puede dejar de ser uno y trino, por lo que en él, primero que en nosotros, se cumple el fin unitivo de la relación. Padre, Hijo y Espíritu Santo están relacionándose en íntima comunión.

Asimismo, el fin procreativo, visto el unitivo, es innegable. Todo viene de Dios, todo lo que vive y lo que no. Dios es capaz de crear vida. Así que en él, primero que en nosotros, se cumple el fin procreativo de la relación. La entrega total es esencialmente fecunda.

Entonces, en segundo lugar: ¿Por qué la donación se presenta como expresión de la libertad humana?

Uno es libre porque realiza actos libres. Una persona que se entrega a Dios en la vida consagrada realiza un acto de libre entrega, que se fundamenta en la subordinación del placer al amor, como debe ser. Vemos que cuando un familiar cumple años o realiza un gran logro académico no es algo "inevitable" felicitarlo y abrazarlo; ese acto nace de nuestra convicción de que debemos hacerlo, nosotros queremos felicitarlo y abrazarlo libremente, nadie nos obliga. Podemos observar en los animales que cuando la hembra entra en celo los animales no se puede controlar, ellos buscan la unión genital siendo dominados por sus instintos, no ejercen libertad en este sentido. Todo el que tenga una mascota canina o felina puede dar fe de ello.

El ser humano es diferente, nosotros somos libres; podemos participar en el placer antes que ser simplemente dominados por ese placer. Nosotros decidimos libremente. Cuando dos personas se comprometen y se casan, Dios bendice su unión y les concede libertad en la administración de sus dones. La mujer se entrega totalmente a su marido y el marido se entrega totalmente a su esposa En la entrega pasan a ser "una sola carne". Esa entrega, esa mutua donación, es voluntario, ellos han decidido entregarse, han decidido utilizar los instintos para el amor, dominándolos para orientarlos a la entrega total del uno al otro.

Cuando una persona obtiene voluntariamente placer sexual en un ámbito separado de la mutua entrega, ese acto no es libre. No se puede hablar de libertad cuando la persona cede al placer para ser dominado por ese placer. Se cae entonces en una esclavitud voluntaria, pues todos somos libres de obrar bien o mal. La persona libre domina al placer y lo orienta siempre a la vocación intrínseca que tenemos a entregarnos, a donarnos por amor y en amor. Por este motivo la masturbación es dosordenada, ya que "entregarse a uno mismo" no tiene otro nombre que egoísmo. Ese placer es para la esposa o esposo, para entregarlo en donación total de uno mismo.

Asimismo sabiendo que la mutua entrega, la mutua donación, para que sea total y verdadera debe cumplir con una exclusividad característica (un compromiso indisoluble que llamamos matrimonio y una totalidad que supone todo lo que la persona es incluida su fecundidad) la persona es en realidad libre cuando su donación no tiene "exceptos". No es lógico decir: "me entrego totalmente a ti excepto como para casarme" o "me entrego totalmente a ti excepto en mi fecundidad". En el primer caso se huye del compromiso, y en el segundo se huye de la posibilidad de dar vida (en analogía: se desvirtúa el fin unitivo y el fin procreativo de la relación sexual). Es una unión que a pesar de que puede expresar amor, no expresa un amor auténtico, total, entero. Estamos llamados a amar de forma entera, total y auténtica.

La libertad supone autodominio, para no hacer del cónyuge un objeto de placer. El que se sobrepone a las pasiones y las utiliza para amar, le da sentido a las pasiones y éstas vienen a ser muy queridas por Dios. Pero el que se deja esclavizar por las pasiones no es libre, vive en la lujuria sin encontrar plenitud y buscando desesperadamente en el placer lo que sólo se puede encontrar en el amor. En este contexto las pasiones se tornan en un mal. Las pasiones, pues, adquieren significación moral según se utilicen para amar o se utilicen para hacer algo que desvirtúa el amor.


En última instancia, la castidad es autodominio de sí, no represión. La represión frustra, el autodominio llena de paz. Nadie nos debe quitar la virginidad o la castidad, porque estamos llamados a entregarla, a donarla en y por amor. De ahí la importancia del autodominio, que muchos confunden con represión.

Por eso Jesucristo dijo, refiriéndose a su vida que entregó por amor: 
"Nadie me quita la vida, sino que yo la doy voluntariamente".
                                                                                   Juan 10.18